Como cuidar el pelo: Tips para crecer sano y fuerte
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Como cuidar el pelo: Tips para crecer sano y fuerte

Por Sofía Reyes - 9/10/2025

Saber cómo cuidar el pelo no empieza por lanzarse a comprar el producto más caro o el que está de moda. Empieza por algo mucho más simple y fundamental: entender qué necesita de verdad tu melena. El auténtico secreto para un cabello sano y fuerte es diagnosticar correctamente su tipo, su textura y su porosidad antes de decidirte por cualquier tratamiento.

El punto de partida para cuidar tu pelo es conocerlo

¿Te suena esta situación? Compras ese champú o esa mascarilla con críticas espectaculares, todo el mundo habla maravillas de él, pero en tu pelo… no funciona. Es una experiencia frustrante y, créeme, súper común.

La razón casi siempre es la misma: ese producto no estaba pensado para las necesidades concretas de tu cabello. Tratar un pelo fino y de baja porosidad como si fuera grueso y muy poroso es como intentar regar un cactus con la misma frecuencia que un helecho. Simplemente, va contra su naturaleza.

Conocer tu cabello es el cimiento sobre el que construirás una rutina que te dé resultados que puedas ver y sentir. Antes de invertir un solo euro, necesitas identificar tres características clave: el tipo de hebra (su forma), su grosor y, muy importante, su porosidad.

Identifica las características de tu cabello

Lo primero es observar. Mírate el pelo en su estado natural, sin planchas ni secadores. ¿Cae completamente liso, sin una sola curva? ¿Forma suaves ondas en forma de "S" o, por el contrario, tienes rizos bien definidos y elásticos?

Esta primera distinción es crucial. Por ejemplo, el pelo rizado tiende a ser más seco por naturaleza. Los aceites naturales que produce el cuero cabelludo lo tienen mucho más difícil para viajar desde la raíz hasta las puntas a través de las curvas del rizo.

El grosor también es un factor determinante. Si tienes el cabello fino, seguro que sabes lo fácil que es que se apelmace con productos muy densos, como aceites pesados o mascarillas demasiado ricas. Por otro lado, un cabello grueso pide a gritos fórmulas más nutritivas y potentes para mantenerse hidratado, suave y bajo control.

Y por último, llegamos a la porosidad. Este es, sin duda, el factor más ignorado y, paradójicamente, uno de los más importantes. La porosidad nos dice qué capacidad tiene tu pelo para absorber y, sobre todo, retener la humedad.

El truco del vaso de agua para medir la porosidad:
Es un test casero muy sencillo y revelador. Coge un pelo limpio y seco (sin productos) y déjalo caer en un vaso de agua.

  • Si flota: Tienes porosidad baja. La cutícula de tu pelo está muy cerrada, y le cuesta absorber la hidratación.
  • Si se hunde lentamente: Tienes porosidad media. ¡Enhorabuena! Es el equilibrio ideal.
  • Si se va al fondo rápidamente: Tienes porosidad alta. La cutícula está muy abierta, absorbe la humedad rápido, pero la pierde con la misma facilidad.

Para que te hagas una idea más clara, he preparado una pequeña tabla que te ayudará a identificar rápidamente dónde encaja tu melena.

Diagnóstico rápido de tu tipo de cabello

Utiliza esta tabla para identificar las características de tu cabello y entender qué cuidados necesita.

Característica Tipo de Pelo y Descripción Necesidad Principal
Forma Liso: Recto, sin ondas. Tiende a engrasarse más rápido. Volumen y limpieza profunda sin resecar.
Ondulado: Forma de "S" suave. Propenso al encrespamiento. Hidratación ligera y definición de ondas.
Rizado: Bucles definidos. Tiende a ser seco. Hidratación intensa y productos anti-frizz.
Grosor Fino: Diámetro pequeño, frágil y con poco volumen. Productos ligeros que aporten cuerpo.
Medio: Textura equilibrada, ni muy fino ni muy grueso. Mantenimiento del equilibrio de hidratación.
Grueso: Diámetro grande, fuerte y propenso a la sequedad. Nutrición profunda y control del encrespamiento.
Porosidad Baja: Cutícula cerrada. El pelo tarda en mojarse y secarse. Hidratación con calor para abrir la cutícula.
Media: Cutícula equilibrada. Absorbe y retiene bien la humedad. Mantenimiento con productos equilibrados.
Alta: Cutícula abierta. Se moja y seca rápido, muy propenso al frizz. Sellado de la hidratación con aceites y proteínas.

Saber si tu pelo es liso, ondulado o rizado te da las primeras pistas sobre sus necesidades, pero combinarlo con el grosor y la porosidad te da el mapa completo. Esta infografía te ayudará a visualizar mejor las diferentes texturas, que es el primer paso del diagnóstico.

Infographic about como cuidar el pelo

Una vez que identificas estas características, estás lista para empezar a construir una rutina que de verdad sea para ti. Se acabó el ir a ciegas. Elegirás productos que trabajen a favor de tu melena, no en su contra. Este nivel de autoconocimiento no solo se traduce en un pelo más sano, sino también en cómo te sientes con él.

Y si quieres llevar este conocimiento un paso más allá para alinear tu estilo por completo, puedes descubrir qué color de pelo te favorece en nuestro artículo y encontrar el tono que mejor resalta tus rasgos naturales.

Cómo construir una rutina capilar que sí funciona

Mujer cuidando su cabello con productos en un baño

Crear una rutina de cuidado capilar que de verdad funcione va mucho más allá de comprar el champú y el acondicionador de moda. Es casi un arte, un ritual personal que consiste en escuchar lo que te pide tu pelo y tu cuero cabelludo, adaptándote a sus necesidades en cada momento. La clave no está en tener el baño lleno de botes, sino en saber cuáles usar, cómo y cuándo.

Este enfoque consciente es la diferencia entre un cuidado superficial y uno que realmente transforma la salud de tu melena desde la raíz. Y no es una idea aislada; el interés por un cuidado del cabello más profundo y personalizado se ha disparado. De hecho, el sector en España ya mueve unos 2.000 millones de euros. Solo los champús se llevan el 31% del pastel, seguidos de cerca por los acondicionadores con un 26%. Esto nos dice que los primeros pasos de la rutina son, sin duda, los más importantes para la mayoría. Si te interesa el tema, puedes ver más datos en estas estadísticas del sector del cuidado capilar.

La frecuencia de lavado: el punto de partida de todo

La pregunta del millón: ¿cada cuánto me lavo el pelo? Olvídate de reglas universales. La respuesta no está en las puntas, sino en el cuero cabelludo. Es él quien manda.

  • ¿Cuero cabelludo graso? Si a las 24 horas ya sientes el pelo pesado, apelmazado y con aspecto sucio, lo tuyo es un lavado diario o cada dos días. Busca champús purificantes pero que sean suaves para no crear un efecto rebote (que tu piel produzca aún más grasa para defenderse).
  • ¿Cuero cabelludo seco? Si lo que notas es tirantez, picores o incluso ves alguna pielecita, espaciar los lavados es tu mejor estrategia. Prueba dos o tres veces por semana con fórmulas hidratantes y, a poder ser, sin sulfatos agresivos.
  • ¿Cuero cabelludo sensible? Si se te irrita con facilidad, necesitas productos hipoalergénicos y lavar solo cuando sea imprescindible. Y un consejo clave: huye del agua muy caliente.

Una técnica que está ganando muchísimos adeptos es el doble champú. Es ideal si tienes el cuero cabelludo graso o usas muchos productos de peinado. La primera pasada de champú arrastra la suciedad superficial y los restos de productos. La segunda es la que limpia de verdad el cuero cabelludo y permite que los ingredientes activos del champú hagan su magia.

Un cuero cabelludo sano es como la tierra fértil para que crezca un cabello fuerte y bonito. Si solo te preocupas por las puntas, estás ignorando la raíz del problema (nunca mejor dicho).

Hidratación y nutrición: el dúo dinámico

Una vez que el pelo está limpio, toca devolverle la vida. Aquí es donde entran en juego acondicionadores, mascarillas y aceites. Ojo, no son lo mismo ni se usan para lo mismo. Cada uno tiene su momento y su misión.

El acondicionador es tu compañero inseparable después de cada lavado. Su trabajo es sellar la cutícula que el champú ha abierto para limpiar, lo que se traduce en un pelo más suave, fácil de peinar y protegido de las agresiones del día a día. Es como tu crema hidratante facial diaria: no te la saltas.

La mascarilla, en cambio, es un tratamiento de choque. Un chute de nutrición intensiva que deberías aplicarte una vez a la semana. Sus moléculas son más pequeñas y su fórmula está mucho más concentrada, por lo que penetra hasta el corazón de la fibra capilar para reparar daños. Para que funcione de verdad, déjala actuar al menos 15-20 minutos.

Los aceites y sérums son el toque final, la guinda del pastel. Se usan unas pocas gotas, con el pelo húmedo o ya seco, para sellar la hidratación, mantener a raya el encrespamiento, dar un brillo espectacular y proteger las puntas.

Tratamientos específicos para subir de nivel

Si quieres llevar tu rutina un paso más allá, hay productos específicos que marcan una gran diferencia. Un protector térmico no es negociable si usas secador, planchas o tenacillas. Piensa en él como un escudo invisible que absorbe el daño del calor para que no lo sufra tu pelo.

Otro gran aliado, a menudo olvidado, es el exfoliante capilar. Usarlo una o dos veces al mes es como hacer un "reset" en tu cuero cabelludo. Elimina células muertas y la acumulación de productos, permitiendo que la piel respire y que los folículos se oxigenen mejor. Notarás la diferencia.

La nutrición y los hábitos que transforman tu cabello

Siempre andamos buscando la solución para un pelo espectacular en el exterior, esperando el próximo producto milagroso que lo cambie todo. Pero la realidad es que la verdadera fortaleza y el brillo de tu melena se construyen desde dentro.

Lo que comes, las horas que duermes e incluso cómo gestionas el estrés tienen un impacto directo y muy visible en la salud de tu cabello. Entender cómo cuidar el pelo de verdad implica mirar más allá del espejo y prestar atención a las señales que te da tu cuerpo. Un cabello débil, sin vida o que se cae más de lo normal puede ser un aviso de que algo en tu rutina necesita un ajuste urgente.

Alimenta tu melena desde el interior

Puede sonar a tópico, pero somos lo que comemos, y nuestro pelo es un reflejo clarísimo de ello. Tu cabello está compuesto principalmente de una proteína llamada queratina. Por eso, si tu dieta es pobre en este macronutriente, el resultado será una melena frágil y quebradiza. Es fundamental que te asegures de incluir suficientes fuentes de proteína en tus comidas diarias.

Pero no todo es proteína. Hay ciertos micronutrientes que son auténticos superhéroes para tu pelo y que no pueden faltar:

  • Biotina (Vitamina B7): Es la vitamina estrella para el pelo, esencial para producir queratina. La encuentras en huevos, frutos secos (sobre todo almendras), legumbres y plátanos.
  • Zinc: Su deficiencia está directamente ligada a la caída del cabello. Puedes potenciar tu dieta con carnes rojas, marisco, espinacas y semillas de calabaza.
  • Hierro: Un nivel bajo de hierro puede frenar en seco el ciclo de crecimiento del cabello. Lentejas, espinacas y carnes rojas son tus mejores aliados para mantenerlo a raya.
  • Vitamina C: No solo es clave para tus defensas. También ayuda al cuerpo a absorber el hierro y es crucial en la producción de colágeno, una proteína que fortalece los folículos pilosos. No te olvides de los cítricos, los pimientos rojos y el brócoli.

Un cabello sano es el reflejo de un cuerpo bien nutrido. No subestimes el poder de tu alimentación; es el tratamiento capilar más fundamental que existe.

El impacto silencioso del estrés y el sueño

¿Has notado que en épocas de mucho estrés se te cae más el pelo? No es tu imaginación. El estrés crónico dispara los niveles de cortisol, una hormona que puede desajustar por completo el ciclo de crecimiento del cabello, empujando a más folículos a la fase de caída (la fase telógena).

Un ejemplo clásico es una estudiante en plenos exámenes finales o un profesional con un proyecto que le quita el sueño. A menudo, notan una caída de cabello más acentuada unos meses después del pico de estrés. El cuerpo, en modo supervivencia, prioriza las funciones vitales, y la salud capilar, lamentablemente, no es una de ellas.

El sueño juega un papel igual de crucial. Es durante la noche cuando nuestro cuerpo se repara y se regenera a todos los niveles. La falta de sueño interfiere con la producción de melatonina, hormona que no solo regula el descanso, sino que también se ha relacionado con el crecimiento del cabello. Dormir entre 7 y 8 horas cada noche no es un lujo, es un acto de belleza para tu pelo.

Pequeños hábitos con grandes resultados

Transformar la salud de tu cabello no requiere cambios drásticos de la noche a la mañana. A veces, son los ajustes más pequeños en tu estilo de vida los que marcan la mayor diferencia.

Puedes empezar por aquí:

  1. Hidrátate de verdad: El agua es vida, y tu pelo no es una excepción. Una buena hidratación mantiene el cuero cabelludo sano y ayuda a que los nutrientes lleguen correctamente a los folículos. Ponte como objetivo beber entre 1,5 y 2 litros de agua al día.
  2. Gestiona el estrés: Encuentra tu vía de escape, la que funcione para ti. Puede ser practicar yoga, meditar 10 minutos al día, salir a caminar por la naturaleza o simplemente dedicar tiempo a un hobby que te apasione. Reducir el cortisol es proteger tu melena.
  3. Muévete: El ejercicio mejora la circulación sanguínea en todo el cuerpo, y eso incluye el cuero cabelludo. Una mejor circulación significa que llega más oxígeno y más nutrientes a tus folículos, promoviendo un crecimiento mucho más fuerte. ¡Un simple paseo diario ya cuenta

Los errores que están dañando tu pelo sin que te des cuenta

A veces, con toda nuestra buena intención, nos convertimos en los peores enemigos de nuestro pelo. Adoptamos ciertos hábitos en la rutina diaria que, aunque parecen inofensivos, van causando un daño silencioso pero constante. La buena noticia es que el primer paso para tener un pelo sano es, precisamente, identificar qué estamos haciendo mal.

Y es que saber cómo cuidar el pelo no solo va de aplicar productos, sino también de desaprender viejas costumbres. Cada pequeño gesto cuenta, desde la temperatura del agua de la ducha hasta la forma en que lo secas.

Cuidado con el calor y la fricción, tus enemigos silenciosos

Si hay un culpable clásico en la lista, es el uso de herramientas de calor sin la protección adecuada. Las planchas, secadores y tenacillas pueden superar fácilmente los 200 °C, una temperatura que literalmente cuece la queratina del cabello. Usar un buen protector térmico antes no es una opción, es una obligación. Piénsalo como el escudo que impide que la fibra capilar se quiebre y se deshidrate por completo.

Otro fallo garrafal, y muy común, es ducharse con el agua ardiendo. Sí, puede ser muy relajante, pero para tu pelo es fatal. El agua demasiado caliente abre la cutícula de forma agresiva, lo que provoca que el color se escape, se pierda la hidratación y aparezca el temido encrespamiento. Además, puede irritar el cuero cabelludo, haciendo que produzca aún más grasa para defenderse. El truco está en usar agua tibia durante el lavado y terminar con un chorro de agua fría al aclarar. Esto sella la cutícula y dispara el brillo.

Uno de los gestos más dañinos que puedes hacerle a tu pelo es frotarlo con la toalla al salir de la ducha. Cuando está mojado, el cabello es increíblemente frágil. La fricción de una toalla convencional levanta la cutícula, provocando rotura y un encrespamiento instantáneo. En vez de eso, envuélvelo suavemente con una toalla de microfibra o una camiseta vieja de algodón y presiona para quitar el exceso de agua.

Los ingredientes de tus productos importan, y mucho

El pasillo de champús puede ser un laberinto, pero aprender a leer las etiquetas te da un poder inmenso. No todo lo que se vende es bueno para tu tipo de pelo, y algunos ingredientes son directamente perjudiciales.

Fíjate sobre todo en estos dos:

  • Sulfatos agresivos: Agentes como el Sodium Lauryl Sulfate (SLS) son detergentes muy potentes. Limpian, sí, pero se llevan por delante los aceites naturales que protegen tu cuero cabelludo, dejándolo seco, tirante e irritado.
  • Ciertos tipos de alcohol: Mucho ojo con el Alcohol Denat o Isopropyl Alcohol. Son alcoholes de secado rápido que pueden robarle toda la humedad a la hebra capilar, dejándola tiesa y quebradiza.

Para que te hagas una idea del impacto visual que puede tener el daño continuo en el cabello, aquí tienes un ejemplo de tricotilomanía.

Screenshot from https://es.wikipedia.org/wiki/Tricotiloman%C3%ADa

Aunque esto es un caso clínico muy concreto, nos ayuda a visualizar cómo la pérdida de cabello en zonas localizadas puede cambiar por completo el aspecto de una melena. Sirve como recordatorio de lo importante que es evitar cualquier hábito que debilite nuestros folículos.

Corregir estos pequeños, pero cruciales, errores del día a día es fundamental. Al hacerlo, no solo estás protegiendo tu pelo de futuros daños, sino que le estás dando el respiro que necesita para recuperarse, crecer mucho más fuerte y lucir increíblemente sano.

Cuándo es momento de buscar ayuda profesional

Una buena rutina en casa es la base de todo, pero seamos sinceros: hay batallas que no podemos ganar solos. A veces, tu pelo y tu cuero cabelludo te lanzan señales de S.O.S. que van más allá de un simple "mal día". Aprender a escucharlas y saber cuándo levantar el teléfono para llamar a un experto es crucial.

Ignorar estas alertas puede hacer que un pequeño problema se convierta en una bola de nieve. No se trata de que tu rutina haya fracasado, sino de reconocer con inteligencia que algunas situaciones necesitan un ojo clínico y un diagnóstico que solo un profesional puede darte.

Señales de alerta que no debes pasar por alto

Hay síntomas que son más que una simple molestia. Si te sientes identificado con alguno de los siguientes puntos, es muy probable que necesites una cita con un dermatólogo o un tricólogo (el especialista en salud capilar).

  • Una caída de pelo excesiva y que no para: Es normal perder entre 50 y 100 pelos al día. Pero si de repente encuentras mechones en la almohada, el desagüe de la ducha se atasca constantemente o tu cepillo parece un nido después de peinarte, y esto dura semanas… es una señal inequívoca.
  • Caspa que se resiste a todo: Ya has probado todos los champús anticaspa de la farmacia y hasta ese remedio de la abuela, pero la descamación, el picor y las rojeces siguen ahí. Podría ser dermatitis seborreica u otra afección que necesita un tratamiento específico.
  • Cambios bruscos en la textura de tu melena: ¿Tu pelo de repente está mucho más fino, se rompe con mirarlo o incluso ha cambiado su forma (de liso a ondulado) sin motivo aparente? Hay que averiguar qué está pasando.
  • Tu cuero cabelludo te duele o pica sin cesar: El picor constante, el ardor, la aparición de granitos o pequeñas calvas localizadas nunca son normales. Son la forma que tiene tu cuerpo de decirte que algo no va bien.

Un especialista no se queda en la superficie. Su trabajo es ir a la raíz del problema, literal y figuradamente. Un buen diagnóstico es el primer paso para encontrar una solución que de verdad funcione.

¿Por qué es tan importante un diagnóstico profesional?

Autodiagnosticarse por internet puede ser tentador, pero a menudo nos lleva a usar productos que no necesitamos o, peor aún, que empeoran el problema. Un profesional puede hacer un análisis capilar con microcámara (tricoscopia) o pedirte análisis de sangre para ver si hay alguna carencia de vitaminas o un desajuste hormonal detrás de todo.

Es curioso, pero mucha gente no sabe a quién acudir. De hecho, cuatro de cada diez españoles no saben que el dermatólogo es el médico especialista en problemas de pelo. Y a pesar del interés creciente por la salud capilar, solo el 20% va a consulta una vez al año. Si te interesa saber más sobre este tema, puedes echar un vistazo al estudio de la piel y el cabello.

Además, un experto también puede orientarte sobre cómo los tintes y tratamientos químicos están afectando a tu cabello. Y hablando de colores, si quieres asegurarte de que tu estilo va en armonía contigo, te encantará nuestro artículo sobre cómo saber tu colorimetría.

Las preguntas que siempre te haces sobre el cuidado de tu pelo

Aquí vamos a desmontar mitos y a darte respuestas claras y directas a esas dudas que siempre aparecen cuando te pones en serio con el cuidado de tu melena. Son consejos prácticos para que los apliques desde ya.

¿De verdad tengo que cortarme el pelo para que crezca sano?

Es uno de los mitos más extendidos: cortar el pelo no hace que crezca más rápido, porque el crecimiento nace en el folículo, en la raíz. Dicho esto, sanear las puntas es totalmente esencial para mantenerlo sano y fuerte.

Piensa en una cuerda que se deshilacha. Si no cortas la punta, el daño sigue subiendo. Lo mismo pasa con tu pelo. Un corte cada 3-4 meses elimina las puntas abiertas y evita que la rotura avance por la hebra, lo que al final te obligaría a cortar mucho más. Al hacerlo, tu melena se ve al instante más densa, saludable y con cuerpo, dando esa sensación de que crece mucho mejor.

¿Es cierto que el pelo se "acostumbra" a los productos?

No, tu pelo no genera "inmunidad" a un champú como si fuera una vacuna. Lo que realmente pasa es mucho más simple: las necesidades de tu cabello cambian.

Factores como el clima (¡hola, humedad!), cambios hormonales, el estrés o si te has hecho unas mechas, alteran su estado. Por ejemplo, en verano tu pelo gritará por más hidratación por culpa del sol y el cloro, mientras que en invierno quizás necesites un buen aliado antiencrespamiento.

La clave no es cambiar por cambiar, sino aprender a escuchar lo que tu pelo te pide en cada momento y adaptar tu rutina.

Tu rutina capilar no debería ser fija. Es como tu armario: no usas la misma ropa en agosto que en enero. Con tu pelo pasa exactamente igual.

Sulfatos y siliconas, ¿son tan malos como dicen?

Ni buenos ni malos, todo depende de para quién. No hay que demonizar ingredientes, sino entender qué hacen y si a tu pelo le vienen bien.

  • Sulfatos: Piensa en ellos como detergentes. Algunos, como el Sodium Lauryl Sulfate (SLS), son muy potentes y pueden ser demasiado agresivos para cueros cabelludos sensibles o melenas secas y rizadas, porque se llevan por delante los aceites naturales. Sin embargo, si tienes el pelo muy graso, usarlos de vez en cuando para una limpieza profunda puede ser justo lo que necesitas.
  • Siliconas: Hay de dos tipos, las solubles en agua y las que no. Las insolubles son las problemáticas, ya que se acumulan en la hebra, creando una capa que impide que la hidratación penetre. Esto puede apelmazar el pelo fino. Las solubles, en cambio, se van con el agua y te dan ese brillo y suavidad sin acumularse.

En resumen: tu mejor arma es aprender a leer las etiquetas y ver qué le sienta bien a tu pelo.

¿Qué hago si tengo la raíz grasa y las puntas secas?

Ah, el famoso cabello mixto. Es un clásico y requiere un tratamiento a dos bandas, tratando cada zona con lo que necesita.

  1. Limpieza con estrategia: Usa un champú purificante pero que no sea agresivo. El truco está en aplicarlo masajeando únicamente el cuero cabelludo. No hace falta que frotes los largos; la espuma que cae al aclarar es más que suficiente para limpiarlos suavemente.
  2. Hidratación inteligente: El acondicionador y la mascarilla, siempre de medios a puntas. ¡Jamás en la raíz! Así nutres las zonas secas sin añadir grasa donde no la necesitas.

Un consejo extra: exfoliar el cuero cabelludo una vez cada dos semanas puede hacer maravillas para regular la producción de sebo en la raíz. Conseguir ese equilibrio es la clave para que tu melena se vea suelta, limpia y con las puntas perfectas.

El estado de nuestro cabello también puede ser un reflejo de cómo nos sentimos. Si te interesa explorar esta conexión, puedes aprender más sobre la psicología de los colores y cómo influyen en tu imagen.

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